Ahora cuando estoy apunto de abandonar la tenue luz que alumbra este mundo, herido de cuchillo, cojo un poco de tierra, me gusta sentir su tacto.
Valió la pena todo mi caminar?, tan solo me equivoque de senda? que es esto? simplemente soñar aquello que no podemos ser ni abrazar, claro de luna que me alumbra en la última canción, me encomiendo a ti pensando que eres el único recuerdo bonito que me llevo, mi muerte, pues todo lo demás, hazañas en batalla y canciones de taberna no son dignas de ser nombradas como momentos felices, la tristeza que hoy me acoge de nuevo es grande, pesada y dolorosa.
Claro de luna que iluminas el ocaso de este Bardo, yo juro por la sangre de mis antepasados que hoy no moriré, haré si es necesario un pacto con el diablo y si no me acepta el trato yo seré quien lo mate, la canción del Bardo no acabó nunca, maldita Derrota, tu que me quieres haciendo que la Victoria de mi fin no llegue, te digo que si voy a ser derrotado, me llevaré unos cuantos por delante, los justos como para que tu sufras lo mismo que yo en su día, te deseo exactamente lo mismo que tu me otorgas, un camino pedregoso lleno de obstáculos donde solo puedes caminar hacia atrás.
Vamos, criatura del abismo, yo te invoco, dame la vida que te ordeno, aparece y dame lo que por derecho me pertenece, clamo ira, odio y venganza a ti mismo, dioses, subiré a vuestro trono y os arrancaré la cabeza con el mismo cetro que gobernáis este mundo, nunca rompas la partitura de un Bardo, te quiero y te odio a la vez, Dulce Derrota de mi destino.
Claro de luna, si el diablo no me atiende hoy, quizás sea lo último que vea, por lo tanto dame una noche de felicidad al menos, si por el contrario, bestia asquerosa asomas el tridente por aquí, haz lo que yo te ordene.
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